Archivo diario: 19 de diciembre de 2012

Problemas de contaminación obligan a llevar agua con cisternas a siete pueblos.

Solo en siete de los 225 municipios y nueve pedanías vallisoletanos el agua potable no alcanza los requisitos mínimos de pureza para el consumo humano. El número de pueblos no solo no ha aumentado respecto a la temporada de invierno, como suele ser habitual en los meses de calor y de afluencia de veraneantes, sino que ha decrecido. La tendencia a la baja en lo que a casos de contaminación de agua potable en la provincia de Valladolid se refiere, se ha convertido en una constante. «Eso –apostilla el diputado de Extinción de Incendios, Agricultura y Medio Ambiente, Máximo Gómez– a pesar de que la normativa es ahora extremadamente exigente».

A estas siete localidades (Tordehumos, Villabrágima, Catrodeza, Pollos, Sieteiglesias de Trabancos, Torrecilla de la Orden y Wamba) se desplazan los bomberos de los parques de Medina de Rioseco y Tordesillas de la Diputación Provincial de Valladolid una vez por semana con cisternas de entre 3.000 y 5.000 litros de capacidad con las que llenan los aljibes instalados a tal efecto por la propia institución. Los ayuntamientos notifican a los vecinos la llegada del preciado líquido y ellos, sirviéndose de emisarios o en persona, ‘hidratan’ sus hogares. No es extraño, sin embargo, que los picos de población que se registran en estos días obliguen a algún pueblo a reclamar un viaje ‘extra’ de los bomberos.
Arsénico, fluoruro y nitratos
La contaminación del agua se debe, fundamentalmente, a la presencia de arsénico, fluoruro o nitratos, aunque el número de afectados por este último veneno se ha reducido drásticamente gracias a la reciente instalación de doce desnitrificadores por parte de la Diputación provincial. Las máquinas han logrado eliminar el problema en pueblos como Casasola de Arión, Adalia, San Llorente, Torrecilla de la Abadesa, Valdearcos, Fuente el Sol, Salvador de Zapardiel, Corrales de Duero, Pedrosa y Rubí de Bracamonte, mientras que en Torrecilla de la Orden y en Wamba el agua continúa sin alcanzar los niveles de pureza exigidos.
En el capítulo de abastecimiento Valladolid es una provincia privilegiada, tal y como apunta Gómez, porque la mayor parte de su territorio está cubierto por captaciones gestionadas a través de mancomunidades y el resto se encuentra «bastante controlado» gracias a las depuradoras municipales. «Y eso es porque los ayuntamientos han hecho los deberes –apunta el diputado– y han sido conscientes de la necesidad de priorizar en sus inversiones las infraestructuras de saneamiento. Hay que reconocer que, aaun así y, por causas diversas, el arsénico puede aparecer, porque los niveles de control de la OMS y de la Unión Europea son mucho más exigentes que hace unos años».
El responsable de Medio Ambiente reconoce que al esfuerzo de los ayuntamientos se suman el de la Junta y el de la Diputación, que siempre ha primado este tipo de actuaciones en sus planes provinciales y que en los últimos años ha suscrito con el Gobierno regional un convenio de sequía, que ahora mantiene en solitario. Entre unos y otros, la casa parece que acabará por barrerse definitivamente, porque pueblos como Pollos ya tienen en marcha el proyecto para instalar una potabilizadora en el municipio y Villabrágima, por ejemplo, solucionará sus carencias gracias a una conexión con las instalaciones riosecanas.
Falta de caudal
Pero los meses de verano no solo complican el abastecimiento por la sequía, el aumento de población en el medio rural también reactiva las roturas de tuberías y los problemas por falta de caudal. El pasado mes de julio, por ejemplo, una avería en la red de Santa Eufemia del Arroyo obligó a los bomberos de Medina de Rioseco a abastecer de agua potable a los vecinos de la localidad durante varias semanas y, en este agosto, hacen lo propio en Valverde de Campos. «Aquí hay un problema puntual por el bajo caudal del manantial, causado fundamentalmente por la sequía que estamos padeciendo», aclara el diputado, tras explicar que en este caso se está procediendo a llenar el depósito municipal con 60.000 litros de agua para todo tipo de uso en cada uno de los viajes.
A todos estos pueblos se suma el de Mojados. La presencia de arsénico es habitual en las urbanizaciones del municipio, aunque en la actualidad solo afecta a Los Arcos. El abastecimiento, en este caso, no es responsabilidad de la institución provincial, sino de los propios vecinos de la zona residencial.